Un día antes que se decretara la cuarentena a nivel nacional, comenzamos a conversar por whatsapp con mi ex como organizarnos con los chicos. En ese momento mis dos hijos estaban con ella. Estaba muy angustiada por la situación y visceralmente sentía que ella quería quedarse con ellos durante el periodo de aislamiento; su instinto de control estaba potenciado. En el tire y afloje de quién se queda con los pibes, yo tengo mi propia posición subjetiva. Estoy completamente seguro que en una situación apocalíptica mis hijos estarían más seguros conmigo. Fui criado como un cactus, para sobrevivir con recursos mínimos en el desierto. Me siento fuerte mental y emocionalmente para atravesar este momento.
Hace casi siete años que nos separamos; en ese momento estábamos en terapia de pareja y la analista de aquel entonces nos dijo algo que nos marcó a ambos. -Ustedes se van a separar como pareja pero siguen siendo una familia. Los chicos y ustedes lo tienen que tener claro-. En todo este tiempo que llevamos separados tuvimos muchas discusiones fuertes y desencuentros, ambos a nuestro modo aceptamos y coincidimos en la definición de aquella última sesión. En momentos difíciles como su cáncer de mama y la muerte lenta de mi vieja, de alguna manera nos acompañamos estando separados.
Le propuse una idea que ella también había pensado. Dividirnos en dos grupos, uno con cada uno. La razón: Tenemos que actuar olvidándonos de lo que cada uno de nosotros quiere individualmente y pensar en los cuatro como unidad familiar; teniendo en cuenta que es lo mejor para el grupo y para nuestros hijos. Con algo de dudas de su parte, coincidimos en que esta era la organización más efectiva. Este enfoque tenía varios aspectos prácticos; entre ellos que cada hijo podrá tener atención personalizada y vivir una experiencia de “hijo único” durante unos cuantos días. Esto último, fue una interpretación de mi terapeuta, en nuestra sesión virtual del jueves pasado. Sin embargo había una pregunta que ponía particularmente inquieta a la madre de mis hijos ¿Qué pasa si no quieren o ambos prefieren quedarse con uno de los dos?. Le dije que primero teníamos que tener claros los pros y contras del movimiento nosotros dos. Sin duda ellos eran parte de la decisión pero nosotros como padres teníamos que conducir la situación y teníamos la decisión final.
Nos juntamos los cuatro, les contamos la idea que teníamos y sorprendentemente ambos estuvieron de acuerdo con la propuesta, al instante. Tiramos la moneda: lo que toca toca la suerte es loca. El mayor se quedó conmigo y el menor con la madre. Así arrancamos.